El marino Antonio de Ulloa fue quien dio a conocer a Europa el platino, un elemento químico de número atómico 78, que halló en Esmeraldas (Ecuador), aunque técnicamente quien figura como su descubridor es un autor británico que estudió sus propiedades. Únicamente el wolframio o tungsteno figura como elemento químico aislado en exclusiva en territorio español, en su caso por los hermanos Fausto y Juan José Elhuyar hacia 1783. Este metal escaso y muy valioso fue el primer elemento químico descubierto sin ser extraído directamente de la naturaleza, ya que no existía en forma libre, sin combinar químicamente. En «Su Discurso sobre la figura cúbica» plasmó sus conocimientos de geometría y matemáticas, mientras que su participación en algunas de las campañas militares de Carlos V demostraron que no le importaba mancharse las manos de barro. La empresa The Cierva Autogiro Company LTD, con sede en Londres, suministró estos aparatos por todo el mundo y le convirtió en una figura mediática.
Aquello salvó una cantidad indeterminada de vidas de una enfermedad que, como narra de forma completa Javier Santamarta del Pozo en su obra ‘Siempre tuvimos héroes’ (EDAF), ricos o pobres, padecía todo el mundo a lo largo de su vida. Que su obra llegara hasta Inglaterra da fe de que la España de la época estaba totalmente conectada a Europa. Omerique presentó en esta obra un nuevo método para la resolución de problemas geométricos, usando y desarrollando las proporcionales, algo revolucionario para la época. El naturalista inglés que desarrolló la idea de la evolución biológica a través de la selección natural cita a Félix de Azara una quincena de veces en su ‘Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo’, dos en ‘El origen de las especies’ y una ‘El origen del hombre’. En 1826, logró dar con el mineral de la ‘Thenardita’, pero él mismo pidió que el nombre se le diera al francés L. J. Thenard, quien había sido su profesor durante tres años en París. Miguel Servet es un personaje central del siglo XVI, cuyo descubrimiento sobre la circulación sanguínea sería años después fundamental para toda la ciencia médica. Muchas de estas invenciones se adelantaron un siglo a las que se desarrollarían en Inglaterra durante la Revolución Industrial.
El conocido como ‘el Sabio español’ en el extranjero elaboró en sus últimos años de vida un plan para una expedición que calculara el paralaje del Sol, es decir, equipacion valencia 2022 la medición exacta de su distancia a la Tierra. El ingeniero militar Emilio Herrera Linares diseñó en los años treinta del pasado siglo un aerostato de 24.000 metros cúbicos, 36 metros de diámetro y 1.740 kilos de peso, con el objetivo de superar los 20.000 metros de altura. Otro español, Diego Diest, planteó cuarenta años antes el mismo planteamiento, aunque en su caso supuso de forma errónea que la velocidad de caída era directamente proporcional al espacio recorrido en vez de al tiempo. Sin embargo, el aragonés es hoy recordado casi en exclusiva por su enfrentamiento con el reformista Calvino, que ordenó que quemaran a Servet extramuros de Ginebra, en una zona llamada Champel, el día 27 de octubre de 1553. La muerte fue especialmente agónica debido a que los maderos de la hoguera estaban húmedos y tardaron en arder. Sin embargo, el número de ingenios que desarrolló en el país tenían como único límite su imaginación, incluido un autómata con grandes prestaciones.
Ulloa, que en cualquier caso le dio el nombre y la publicidad al elemento, participó en múltiples tareas científicas y contribuyó a que la Armada fuera un cuerpo ilustrado bajo la protección también de Ensenada. Desgraciadamente, con la caída de Ensenada las técnicas de Jorge Juan serían desechadas en favor del tipo de construcción naval francesa, más atrasado pero defendida por los sustitutos de Ensenada. Juan de Herrera fue un matemático de primer nivel del siglo XVI, cuyos trabajos para Felipe II se materializaron en puentes, presas, canales y, por supuesto, el Real Monasterio de El Escorial, una de las construcciones de mayor envergadura de su tiempo, para la cual empleó unas grúas especiales y técnicas que jamás se habían aplicado a ese nivel. El militar y científico Jorge Juan fue el primero en medir la longitud del meridiano terrestre en una expedición naval realizada entre 1736 y 1744. Protegido por el Marqués de Ensenada, que le envió como espía a Inglaterra a conocer las técnicas de construcción naval de este país, Jorge Juan fue recompensado por esta tarea con el nombramiento en 1752 de Director de la Academia de Guardias Marinas de Cádiz.
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