La mayor aportación a la ciencia terapéutica de este sacerdote se centró en el estudio de los aspectos botánicos, agrícolas, comerciales y médicos de la exótica droga llamada «quina» o «cascarilla». La comunidad internacional aplaudió la aportación de la medicina italiana al acervo universal. El médico Javier Balmis y Berenguer es más conocido por su aportación a las causas humanitarias que por gloria de la ciencia, si bien ambas cosas están íntimamente relacionadas. Leonardo Torres Quevedo fue un ingeniero de caminos cántabro que dirigió de forma sobresaliente el Laboratorio de Mecánica Aplicada y desarrolló el primer dirigible español, camiseta valencia muy por encima del resto de modelos europeos. El ingenio desplegaba temas del saber y los interconectaba a través de un sistema de resortes y aire comprimido que incluía luces y circuitos electrónicos. El naturalista inglés que desarrolló la idea de la evolución biológica a través de la selección natural cita a Félix de Azara una quincena de veces en su ‘Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo’, dos en ‘El origen de las especies’ y una ‘El origen del hombre’. El murciano Juan de la Cierva, ingeniero de caminos, canales y puertos, fue el inventor del girocóptero y un pionero del aire a nivel mundial.
Entre 1893, 1894 y 1898, camisetas personalizadas valencia Finlay divulgó a nivel mundial las principales medidas que se debían tomar para evitar las epidemias de fiebre amarilla: destrucción de las larvas de los mosquitos transmisores en sus propios criaderos y prevención en temporadas más húmedas. Juan Carlos Finlay Barres (Puerto Príncipe, Cuba) llevó a cabo importantes estudios sobre la propagación del cólera en La Habana a partir de 1868. Su principal aporte a la ciencia mundial fue su explicación del modo de transmisión de la fiebre amarilla , que durante años fue debatida y descartada por otros científicos. El aparato del español comenzó a gestarse en Nueva York, en donde trabajaba como periodista. Mónico Sánchez fue un ingenio cluniense que inventó en 1907 un aparato de rayos X portátil , aproximadamente de diez kilogramos, utilizado en numerosos hospitales europeos y americanos. La transmisión de la fiebre amarilla fue durante siglos un misterio para la ciencia hasta que, en 1881, el español Carlos Finlay descubrió el papel del mosquito que lo transmite. Desgraciadamente, con la caída de Ensenada las técnicas de Jorge Juan serían desechadas en favor del tipo de construcción naval francesa, más atrasado pero defendida por los sustitutos de Ensenada. Allí experimentó él mismo en la construcción naval con resultados, basados en cálculos matemáticos, que impresionaron a los ingleses.
El militar y científico Jorge Juan fue el primero en medir la longitud del meridiano terrestre en una expedición naval realizada entre 1736 y 1744. Protegido por el Marqués de Ensenada, que le envió como espía a Inglaterra a conocer las técnicas de construcción naval de este país, Jorge Juan fue recompensado por esta tarea con el nombramiento en 1752 de Director de la Academia de Guardias Marinas de Cádiz. Sus investigaciones aparecieron publicadas en las revistas científicas más importantes, se le invitó a los congresos más destacados de física y fue elegido, en 1928, como miembro de la Commission scientifique internationale del Institute Internationale de Physique Solvay (de la que formaban parte Langevin, Bohr, Marie Curie, de Donder, Einstein, Guye, Knudsen y Richardson). Blas Cabrera fue un físico español, director del Laboratorio de Investigaciones Físicas entre 1910 y 1937, que se coló entre las grandes mentes de su generación gracias a sus trabajos en magnetismo, que en muchos casos siguen vigentes hoy.
Para alcanzar esa altura , Herrera entendió que necesitaba un traje adecuado, con un revestimiento de tres capas: «Como resultado de estos estudios y ensayos consiguientes, quedó construida la primera escafandra del espacio que haya existido y se haya ensayado en el mundo», anotó el granadino. Como también explica Alberto G. Ibáñez en ‘La Leyenda Negra: Historia del odio a España’ (Almuzara), su innovación atrajo el interés de los gobiernos francés y británico, pero él se negó, «empeñado en que se explotara en España. Aunque su invento acabó llegando a oídos de la NASA, rechazó una oferta para trabajar con ellos y, aunque monárquico, conservador y liberal, permaneció en el exilio, donde ejerció de presidente del gobierno republicano en el exilio entre 1960 y 1962. Su escafandra está considerada una de las mayores aportaciones europeas a la conquista del espacio. Alberto G. Ibáñez recuerda en su libro ‘La Leyenda Negra: Historia del odio a España’ (Almuzara) que esta mujer viuda con tres hijas, además, patentó en 1962 otro prototipo de libro que «se recargaba con carretes donde se incluían las lecciones que debían estudiarse; desde el inglés, la lengua o las matemáticas».